viernes, 15 de junio de 2012

De vuelta


Me gusta este avión.
                                

jueves, 7 de junio de 2012

Quizás Woody Allen




Dice Woody Allen que no escucha música moderna.  Que lo suyo son los clásicos del jazz.  Que son otros los que tienen que elegir los temas actuales que salen en sus películas.  Me pregunto qué diría si escuchase esta música llamada electroswing.   Quizás le prestase más atención a lo que se hace ahora.


lunes, 28 de mayo de 2012

Intrusos en el techo del mundo


Intrusos en el techo del mundo, de Peter Hopkirk, es una historia de hombres y mujeres decididos que, unas veces por su cuenta, otras al servicio de países deseosos de ampliar conocimientos e influencia, entre 1865 y 1950 desafiaron prohibiciones para conocer la tierra remota, difícil y casi siempre hostil del Tíbet, y entrar en su misteriosa capital, Lhasa.  Intrusos... es un libro de historia lleno de aventuras, algunas desgraciadas, todas memorables, que habla de una forma de vivir que ya pasó.  Espías al servicio de Inglaterra trazando las distancias con sus pasos, misioneras buscando predicar donde nadie lo había hecho antes, expediciones militares modernas luchando contra ejércitos medievales, escaladores arrojados enfrentándose a nuevas cumbres, en definitiva mujeres y hombres inquietos y ambiciosos que fracasaron a menudo en sus desafíos.  No existe traducción castellana de este Trespassers on the Roof of the World. The Race for Lhasa, por desgracia, pero si alguno de vosotros quiere leerlo en inglés, puede usar el mío.

viernes, 25 de mayo de 2012

Moái & Cia.

Me pregunto si es posible mirar una de estas cosas (una estatua de la Isla de Pascua, o cualquier otro objeto del Museo Británico), no como pieza de museo, no como obra de arte.  Miro la estatua y algo me escama.  No debería estar aquí:  eso es.  Está fuera de lugar.  (Mientras miro, pasa por delante de mí una mujer hindú, vestida con una llamativa túnica roja.  Es una curiosidad ambulante, una pieza de museo que mira piezas de museo).  El culto de los hombres pájaro terminó, la estatua debería estar perdida en algún punto remoto de la isla.  Allí es donde tiene sentido.  Este museo es una versión ampliada de la caja en la que de niños guardábamos piedras del campo que nos parecían curiosas.









Todos estos (Ganesha, Visnú y demás) son ídolos penosos.  Yo no hablo de lo que tienen de rechazo de un dios verdadero.  Yo hablo de lo que tienen de sumisión imperdonable, de esclavitud.  Me importa un pito su valor cultural.  Por primera vez entiendo a los hombres de Cortés, tirando por los suelos los ídolos aztecas.  Lástima que esos mismos hombres impusieran su propio ídolo, un cristianismo castigador de Iglesia oficial.

Si alguna vez existe en el mundo una religión verdadera, dudo que quede ningún rastro de ella. Sus miembros se dedicarán a cosas útiles y no a hacer estatuas.

domingo, 6 de mayo de 2012

El siempre jubiloso Londres

Este es el mirador de la colina del parque Greenwich, donde están el famoso observatorio y la línea del tiempo.  Las obras en curso son para los Juegos, aquí se harán las pruebas de hípica.  Los edificios de corte clásico que se ven son, en primer término, la "casa de la reina" y el Museo Marítimo, y detrás con las torres, el Old Royal Naval College, donde hay una universidad.  Cruzando el río está la zona de negocios de Canary Wharf.  Si ampliáis la foto veréis hacia la izquierda los palos del barco de vela Cutty Sark, que se quemó hace unos años y volvió a abrir hace poco.  El centro de Londres queda también a la izquierda, a lo lejos, ya fuera de la foto.



¡Eh!  ¡Espera!  ¡No te vayas!  ¡Un momento!  Nada, no.  Estuve un buen rato paseando por el parque de Greenwich.  Quizás por ser la mañana de un viernes, salvo en la zona del observatorio, llena de turistas, no había tanta gente.  Había dos helicópteros que no dejaban de sobrevolar la zona, eso sí.  Miré hacia el río y vi un portaaviones ligero avanzar por el Támesis aguas arriba, todo un espectáculo.  Igual que los robles centenarios.  Llegué luego a un jardín de flores lleno de atrevidas ardillas.  Tanto, que una de ellas se me encaramó a la pierna, pero viendo que no tenía comida, se llevó una garra ofendida al corazón, y se marchó al trote.










Esta es la sala "dedicada" a los españoles en el Museo Marítimo.  En una expositor hay una carabela, una cruz con un Cristo clavada en la arena junto a unas espadas, un morrión, una calavera y un chorretón de sangre.  En esta vitrina una pila de oro representa la "visión" hispana de América.  Uno de los textos lee así :  "La exploración española de América del Sur estuvo motivada casi en exclusiva por la busca de oro."  Sigue con Pizarro y la devaluación de la moneda, y olvida la aventura de Cortés, las dudas de Carlos V sobre lo que se había hecho, las razones de Francisco de Vitoria,... en fin.  Estos tíos nunca cambiarán.




Cogí el Metro, el Tube londinense, cosa que no había hecho y que me hizo ilusión, y me planté en Abbey Road.  Que digan lo que quieran los profanos, para un fan de los Beatles como yo, esto es una experiencia.  Y no era el único allí, ni mucho menos.  Los conductores aguantan con paciencia (o no) a todos aquellos que se acercan a imitar a los cuatro de Liverpool cruzando la calle.  La otra atracción es el estudio de grabación, al que no se puede acceder libremente, y que tiene sus muros llenos de pintadas, todas del último año, por cierto.  Repintan a menudo pero da igual, siempre habrá una pareja como la de la foto dispuesta a escribir su nombre, o el título de una canción, o una dedicatoria:  "All you need is love", "Ringo", "Let it be", "Thank you, guys!", "Come together", "Imagine" (da igual que esta canción sea de Lennon en solitario) y un largo etcétera.  Y yo... no, yo no escribí nada, aunque lo pensé.










Esta foto salió de casualidad.  Intentaba sacar la calle de Oxford, llena de gente, con sus tiendas, con sus banderitas, cuando la chica se puso delante.  Me di un buen paseo por Londres, es una ciudad que no se acaba.  De Abbey Road, pasando por Baker Street, donde un actor vestido de bobby guardaba la entrada a la casa de Sherlock Holmes, a Hyde Park, donde apenas me detuve, hasta la populosa Oxford Street y el Soho, horas de camino.  De la foto decir que las banderas están con motivo del sesenta aniversario de la subida al trono de la reina Isabel II. 















Impresionante vista del interior del Museo Británico.  La cúpula y el edificio central, diseñados por el equipo de Norman Foster, han redefinido el patio de acceso a las salas.  Es también la plaza pública cubierta más grande de Europa.  En un banco me senté a descansar, luego empecé la visita.  En el patio tienen el pie de una columna de un palacio de Persépolis, una estela con un rey de Babilonia, dos tótems de los indios del noroeste americano..., es espectacular.  Productos también, en ocasiones, de un expolio cultural que ellos, que nos critican, parecen no plantearse.  Tuve tiempo de ver un par de salas nada más, quedaba poco tiempo para el cierre.  Este museo promete horas de visita.  La próxima vez que me acerque a Londres volveré, casi, casi seguro.

lunes, 30 de abril de 2012

En bici a Whitstable

Yang Dao de China, Beth de Estados Unidos, Jane de Hong Kong, Vincent de Suevia, Pille de Estonia, en la línea de salida.  Tuvimos suerte, porque después de varios días de lluvia, la mañana despejó.












En camino, aún cerca de la universidad, hubo que hacer un alto, y no fue el único, porque la bici de una de las chicas era poco versátil y se quedaba atrás en las cuestas.  La que a mí me dejaron tenía marchas mil y el sillín alto.













Una media hora después, hecha la mitad del recorrido.

















El puerto de Whitstable.  A los barcos se accede mediante escaleras.  Curioso, ¿no? 


Junto al mar del Norte comiendo un grasiento fish and chips.  Este bacalao era pariente lejano del bacalao español (me refiero, claro, a la forma de prepararlo, desde salazón.  No es casualidad que la pescadería del puerto no oliera mucho a pescado).  No me pude terminar las patatas.  Como decía la canción, pescado con patatas aquí son fish and chips, prefiero una tortilla con un vino del país.  Tomé también un poco de queso, de una cuñita que compré en el pueblo.  Era queso de cabra, que el vendedor, que parecía salido de un comercio de los años treinta, me comparó con el manchego.  Estaba bien.


En la calle principal del pueblo.  Le pedí a Beth que posara para poder sacar al del cochecito.  Qué no hubiera dado Pepe Isbert por uno así.  Se ven bastante por aquí estos ingenios.  Poco después cogimos las bicis para regresar.  Llovió un poco al principio, pero luego tuvimos buen camino.

domingo, 29 de abril de 2012

Un músico distinto: Erik Satie

Erik Satie, nacido en 1866, fue un músico francés que rechazó las normas académicas y puso las bases de una nueva tradición musical.  Debussy, Ravel, Stravinsky, Apollinaire o Picasso estuvieron entre sus admiradores.  Eligió vivir en la pobreza y murió en 1925.



Satie trabajó varios años como pianista en los cabarets de Montmartre, entre otros en el famoso Gato Negro.  La imagen de este gato, por cierto, es bastante popular entre las universitarias más cool de Biensevé, que forran sus carpetas con ella.  El músico sirio Abed Azrié describe la música de Satie en el libreto del disco que mi padre me regaló (cosa que le agradezco) de la siguiente manera: "su música, a través de la simplicidad pura, repetición monótona y armonías extremadamente singulares, evoca el mundo antiguo, y se encuentra en el origen de la evolución de nuestra propia música contemporánea".  No estoy seguro de si Azrié se refiere con "nuestra" a la música clásica en general o sólo a la de raíz arábiga, pero como el título del disco es Satie en Orient pienso que debe de ser lo segundo.

El sonido de máquinas de escribir o el de un revólver puede encontrarse en sus últimas obras, las que gustaron a los vanguardistas.  La que incluyo es una composición de 1888, que tiene un aire misterioso, evocador del París decadente de finales del siglo XIX en el que vivió este músico bohemio, distinto.





miércoles, 11 de abril de 2012

Pilotos de altura


 

El músico David Crosby declaró en 1970 su extrañeza al ver que la guerra de Vietnam seguía, aún después de haberse publicado el Sgt. Pepper's de los Beatles.

¿Cuánto puede afectarnos un disco, un libro, una película?   Hoy he visto Nausicaä del Valle del Viento, un film japonés animado del año 1984, y pienso que una película así tiene que hacernos por fuerza mejores personas.  Es una aventura original y emocionante.  Es tierna y cruda a la vez.  Es orgánica, porque crea un mundo y le da sentido.  Y tiene mensaje:  defiende el respeto a la naturaleza, y lo hace con una coherencia que soprende.  Me hace desear que fueran así todas las creaciones de nuestra cultura.

Os invito desde aquí a participar, con una respuesta que incluya el nombre de una película, un disco o un libro que os parezca que todos debemos conocer, y el por qué.   Sgt. Pepper's incluído.

lunes, 9 de abril de 2012

La batalla de Herne Bay


El mar del Norte es gris verdoso. No huele a mar. Herne Bay, que está a pocos kilómetros de Canterbury, tiene una playa de piedras, y la gente se entretiene acertándole al cartel con ellas, como se ve en la foto. No me extraña que prefieran el verano de España. Fallos como este aparte, este pueblo es un sitio tranquilo y agradable donde pasar una tarde de domingo.










En Herne Bay había un paseo sobre un muelle que se llevó una tormenta.  Todavía puede verse en el mar el edificio en el que terminaba.  Os lo muestro... pero... cuidado.  Vincent le señala a Dashima el pabellón del almirante Pocock, que según las últimas noticias tomó La Habana en 1762.  Quiere recibir al héroe como se merece.






"¡Cojigato! ¡Casariego! ¡Bulto! ¡Miniatura! ¡Timorato! ¡Juke-box! ¡Ladrón! ¡Llanta! ¡Trapacero! ¡Hotentote! ¡Pirita! ¡Vocífero! ¡Goloso! ¡Cazalla! ¡Torpe! ..."

"¡Nación ingrata!", debió de pensar el buen almirante, que se fue con viento fresco.  Mi compañera rusa Dashima posa en la victoria junto a Sharon, de isla Mauricio.  Fuimos a celebrarlo a Mr. Beano, un bar de viejos inglés. Era lo que buscaba, porque quería probar el shepherds pie, que conozco por Ray Davies.  Este plato es básicamente carne picada con puré de patatas por encima.  No estaba mal pero mi madre lo hace bastante mejor y no es inglesa.  Lo extraordinario del restaurante era que sirve desayunos todo el día.








“Un castillo nace de entre las brumas y el corazón del hombre”, que dicen los escritos.  Herne Bay, hasta luego.

Pies en el barro

Mi canción favorita del último álbum de Juan Perro.

viernes, 30 de marzo de 2012

Stonehenge y Bath


Stonehenge.  Un monumento histórico artístico y un bien cultural.  Un artefacto cinco estrellas.  Stonehenge.  Una ruina y un bonito paisaje.



No se sabe mucho de la gente que lo levantó.  Tenían una avanzada técnica pictórica y un refinado gusto musical, eso sí.


 Vincent despeinado y sin afeitar.



Una cafetería dentro de una iglesia en Bath.  La iglesia sigue funcionando.  Es lo más raro que vi en la visita.



Un grupito de chavales tocando Summertime.  Había otros músicos en las calles, estaban de festival.  El chico de la guitarra cuida su aspecto como manda la industria del pop británica.


 
 Los famosos baños romanos de Bath.  Es la última parada.



jueves, 29 de marzo de 2012

I met Nixon

¿Conoces la teoría de los seis grados de separación?  ¿No?  Un sorbito al té y te lo explico.

La teoría nos dice que es posible conocer a cualquier persona del planeta a través de sólo seis contactos.  Si mi amigo Fernando conoce a cien personas, y cada una de ellas conoce a su vez a otras cien, es posible formar una cadena en la que el número de conocidos aumenta de manera exponencial, de modo que en teoría yo podría comunicarme con el alcalde de Segovia, su ciudad, en un máximo de seis movimientos.

De este modo hoy he llegado hasta el mismísmo Richard Nixon.  Estuve hablando con un profesor de Historia americano, que me contó que conocía a una bibliotecaria, que a su vez era conocida de la madre del presidente americano.  ¿Lo ves?  Y esto en sólo cuatro saltos.  Si uno pasa por encima el detalle de que el bueno de Nixon hace tiempo que nos dejó, es posible seguir la cosa, y tú, que me conoces, podrás decir que llegaste hasta... 








Qué, ¿sorprendido?  Así es la teoría de los seis grados de separación.  ¿Una tacita de té?

miércoles, 14 de marzo de 2012

El asalto y la toma de La Habana (y 2)


El sitio del Morro y la rendición.

En el calor de junio, Pocock perdía más hombres acondicionando el camino entre la Cabaña y el Morro que por los combates. Trescientos perdió en la labor de desbroce y acondicionamiento del área.
El 13 de junio las trincheras en la playa del risco de la Cabaña y en esta misma estaban abiertas y guarnecía a los hombres del General Keppel, designado por Pocock para acometer la tarea de sitio y asalto del Morro.
Se componía la tropa del Morro de 700 hombres entre tropa y marinería desembarcada (además de algunos gastadores negros) aproximadamente, con una dotación artillera de unos 70 cañones.
A su mando D. Luis Vicente de Velasco.
Velasco aguantaba el sitio marcialmente. Reforzaba los puntos débiles y reparaba los daños de la cañonería. Pidió en un momento dado permiso a la Junta de De Prado para hacer una salida, pues en su opinión si los ingleses continuaban cavando trincheras en paralelo del Morro lo iban a convertir en fosfatina desde abajo y desde arriba.
Para el 28 de junio, algunos navíos españoles desprevenidos todavía del inicio de las hostilidades se llegaron a la Habana y hubieron de vérselas con los ingleses a cara de perro. Abandonando sus navíos y habiéndolos barrenado sus tripulaciones pasaron a engrosar las filas de las guarniciones españolas.
Considerando la Junta este aumento de tropa, consintió al fin la salida que proponía Velasco para atacar las trincheras de la playa. 640 hombres en tres formaciones se lanzaron contra ellas, pero la Union Jack permaneció en su sitio. Desde la Cabaña y las trincheras 4000 granaderos rechazaron el ataque.
El 1 de julio Pocock batió con toda su potencia la plaza del Morro, pero este respondía al fuego en tal medida que dos navíos de tres puentes ingleses hubieron de ser retirados del combate en condiciones de práctico naufragio por el terrible fuego que se hacía desde la altura.
También las baterías flotantes se defendían bien y apoyaban en su labor a la Punta.
Keppel decidió acelerar el proceso y ordenó el avance de las líneas de trincheras. Sufrió en el proceso muy serias bajas por cuanto los cañones, morteros y todo el material debían ser transportados a tiro de fusil del Morro.
Considerando esto inaceptable, Velasco ordenó batir las trincheras paralelas y destrozó en poco tiempo el trabajo inglés de un mes.
No obstante para el 15 de julio Pocock había recibido refuerzos de Jamaica y ocupado la zona de San Lázaro, única zona que quedaba libre para batir el Morro. Aún con las reparaciones nocturnas el Morro y Velasco se venían abajo. El comandante sufrió una grave contusión en la espalda y fue retirado del servicio y sustituyéndolo F. de Medina.
Los ingleses decidieron entonces usar las minas contra la fortaleza abriendo dos desde las cuevas naturales de los riscos y la playa.
Medina decidió hacer una salida esta vez con una fuerza de 800 hombres tanto de tierra como de marina que en un asalto nocturno a la bayoneta entablaron combate con la vanguardia inglesa, habiendo de retroceder, tras perder a la mitad en el combate, por no haber ganado ningún terreno válido.
Velasco retomó el mando el día 24. Hubo de considerar en opinión de sus ingenieros que el trabajo de contramina era inútil desde el lado del fuerte y contar además con el desembarco de los refuerzos continentales de Burton el 29, que no se contaron finalmente como 4000 por haber tenido lance en el camino con navíos franceses y haber perdido 7 de los suyos propios con sus tripulaciones más 400 hombres de refuerzo. Se tiró de los pelos De Hevia pensando que podía haber sido su flota la autora del lance si la hubiera usado bien.


Velasco optó por informar, ante esta situación desesperada, a De Prado de las opciones, a saber: rendición, retirada ordenada o resistencia a ultranza. La Junta, en una demostración más de indecisión, optó por dejar obrar a Velasco según lo requirieran las circunstancias, lo que suponía condenar a Velasco, como hombre de honor que era, al sacrificio.
El día 30 de julio, tras haber repartido el rancho, la tropa española se disponía a una guardia medianamente tranquila por cuanto el calor de la hora no hacía presagiar un ataque.
A sabiendas de esta costumbre española, que incluso Velasco se encontraba practicando, los ingleses reventaron las minas y las casacas rojas asomaron por las brechas.
Los españoles se aprestaron a la defensa, pero habiendo perdido casi toda la guarnición del muro (que había volado con él) fueron cayendo uno a uno incluido Velasco, que fue herido de muerte en el pecho.
Cuarenta y cuatro días de combate de trincheras y 20.000 proyectiles de grueso calibre habían pesado sobre el Morro que acabó cayendo con un balance total de 1000 defensores caídos frente a 3000 sitiadores.
El Gobernador rindió la fortaleza y consiguió de Pocock que Velasco fuera trasladado para su curación a la Habana, algo que Pocock concedió de buen grado en consideración por la notable oposición que le había en tierra un marino como Velasco. Velasco murió al día siguiente 1 de agosto.
No obstante el resto de guarniciones, envalentonadas por el ejemplo del Morro, plantaron férrea oposición a los ingleses de suerte que un ataque combinado de artillería por tierra y mar de los españoles barrió la zona de la Cabaña dejándola impracticable y sembrada de muertos por un tiempo.
Aunque la determinación era importante, los medios reales para hacer frente a la fuerza enemiga distaban de poder hacer posible una oposición como la del Morro. Pocock instó a la rendición de la plaza el día 10 y De Prado muy pundonoroso contestó con nones.
No obstante bastó un bombardeo intenso de un día, para que la plaza enarbolara la bandera blanca y firmara la capitulación el 12 en tanto se daba tiempo a las reservas a salir de la ciudad para refugiarse y defender el interior de la isla, mientras que la milicia se encargaría de rendir las armas oficialmente.
De Prado y Hevia rendían la plaza. Los ingleses tomaban La Habana.



NOTA: El detalle del cuadro que introduce el artículo presenta las baterías inglesas desde La Cabaña sitiando el Castillo del Morro.

BIBLIOGRAFÍA.

Ministerio de Defensa. Historia de la Armada Española desde la unión de los Reinos de Castilla y Aragón. Instituto de Historia y Cultura. Tomo VII caps. 2 y 3. Consultado en: http://www.armada.mde.es/html/historiaarmada/

El asalto y la toma de La Habana (1)


EL ASALTO Y LA TOMA DE LA HABANA. 1762.

Preliminares y desembarco.

Se hallaba España por aquellas fechas envuelta en la contienda europea conocida como Guerra de los Siete Años. Austria había decidido recuperar Silesia (perdida tras el Tratado de Aquisgrán) poniendo en marcha el sistema de alianzas europeo del momento. Para no extendernos mucho en ello podemos parafrasear el guión de la película Barry Lyndon en la que aparece dicha guerra. “Baste decir que Inglaterra y Prusia eran aliadas y combatían contra franceses, suecos, rusos y austríacos”.
Bien, en esta película falta nuestro contendiente, España, que en esta ocasión combatía al lado de Francia con motivo de haberse firmado entre ambas potencias el Segundo Pacto de Familia, entrando de manera tardía en la contienda el año de 1762.
Esto colocaba a España en la tesitura de tener que hacer la guerra a Inglaterra no solo en Europa, si no también en las Américas, donde mayormente se concentraba el potencial comercial español.
Así, Carlos III, Rey de España por aquel entonces, decidió movilizar tropas y realizó disposiciones para dar la batalla en el Caribe Español, donde la Gran Bretaña tenía golosamente puesta el ojo.

Contaba la Habana con un nuevo Gobernador, Juan de Prado y Portocarrero. Llegado el año de 1761 y enterado de las disposiciones que promulgara Carlos III, se aprestó a acondicionar la Habana contra una posible visita de cortesía de la Navy.
Se dotó a la Habana de 14 navíos de línea y 6 fragatas al mando de D. Gutierre de Hevia y comenzaron las obras de fortificación de las principales plazas fuertes: El Castillo de los Tres Reyes del Morro (o simplemente Castillo del Morro) y el Castillo de la Punta, ambas, llaves de la entrada de la bahía [ver mapa anexo].
No obstante las obras de mejora de estas fortificaciones hubieron de detenerse en el verano de ese mismo año. Una epidemia de Fiebre Amarilla acabó con la vida de casi 2000 de los integrantes del contingente de refuerzo llegado de Veracruz para obrar las reformas. Un mal comienzo para la guarnición española de la ciudad.
Entrado el año 1762 y pesar de que desde Madrid llegaban órdenes explícitas al nuevo Gobernador de continuar las fortificaciones, no sintiéndose este en un peligro extremo en tanto la declaración de guerra no había llegado, no consideró oportuno realizar marcha forzada de los trabajos y los dejó por tanto aparcados.
No conocía el nuevo Gobernador la noticia, pero la guerra ya había llegado. El navío comercial San Lorenzo fue cañoneado al igual que la fragata Ventura y el comandante del primero, salvo del desastre, acudió al Gobernador de la Habana con la noticia.
Tuvo a bien considerar De Prado, que debía trabajarse el refuerzo de la zona conocida como La Cabaña, desde la que podía dominarse el Castillo del Morro y la ciudad de la Habana, pero que habiendo muerto el ingeniero jefe del proyecto, F. Ricaud, se dejaría por el momento en su estado.
Se sentía no obstante el Gobernador seguro en su fortín, de tal suerte que enviaba a la Corte misivas en la consideración de que los ingleses no atacarían por saberse la Habana plaza bien fortificada.
En mayo del año 1762 llegaban noticias, de comandantes de mercantes que arribaban a Cádiz y contrabandistas lenguaraces, que los ingleses andaban revueltos en el Caribe y que sus tropas y barcos aumentaban y se concentraban.
Las autoridades francesas de Sto. Domingo remitieron a su vez en informes oficiales a De Prado, que un gran convoy inglés comandado por el Almirante Pocock, independiente de la fuerza principal que el Almirante Rodney conducía por el Caribe, había partido de Portsmouth. Esta flota se dirigía al canal viejo de Bahama, al norte de la Habana.
Bien pudiera haber sido interceptado Pocock en alta mar si De Prado hubiera hecho caso a la sugerencia francesa de la conjunción de escuadras para presentar batalla.


Pocock dirigía hacia la Habana un fantástico contingente, casi comparable al del Almirante Vernon en su intento de tomar Cartagena de Indias, de 200 embarcaciones (las más de transporte, unas 150) armadas con unas 2300 piezas de artillería a lo que se sumaba un contingente de unos 22300 hombres entre tropa y marinería (todos bien curtidos en el combate) más un contingente de 4000 soldados del Ejército Continental de las colonias inglesas de Norteamérica.
Cuando esta fuerza se presentó a la vista del Castillo del Morro, tras una temeraria pero intrépida navegación a través de la zona de bajíos del Canal Viejo, cundió el pánico.
De Prado reaccionó en inquietud confusa. Su confianza se había tornado en pavor contenido.
No obstante comenzó a desplegar a su tropa que se contaba en 2800 soldados veteranos más 5000 hombres entre voluntarios y milicia.
Pocock alineó su flota el 7 de junio cañoneando el Morro y las pequeñas fortificaciones cercanas a la bocana de la bahía, acto seguido procedió el desembarco de la tropa en la playa del Este-Sureste, frente a la Cabaña y Guanabacoa.
Se ocupó Guanabacoa no sin la tenaz aunque fútil resistencia de algunos de sus habitantes y se dirigió a la altura de la Cabaña, desde la que su artillería podría dominar el Morro y la ciudad.
Apercibido de esto, trató De Prado de fortificar la zona con artillería y milicia con la intención de sostenerla hasta poder presentar batalla al contraataque.
No le hizo falta al inglés si no esperar la noche del 8 para atacar a la desprevenida milicia que acabó tiroteándose a sí misma en la confusión del asalto.
Considerando la posición insostenible, se procedió al clavado de los cañones (por el método de introducir un clavo en el cebador para inutilizarlo) y despeñarlos, abandonándose la misma.
Concesión gravísima esta al enemigo, por cuanto si este área de la Cabaña hubiera sido medianamente defendida con algo de tesón, con el apoyo por el flanco derecho del Morro y por el izquierdo de la cañonería de la escuadra, se habría infligido al enemigo cuantiosa pérdida en su contingente.
Sin embargo no se hizo así, y al cuarto día de invasión (11 de junio) el enemigo dominaba la posición estratégica vital de la zona sin apenas baja significativa.
Se tomó a su vez la nefasta resolución de barrenar tres buques en la bocana de la bahía con la intención de impedir el paso a los navíos de combate británicos reduciendo el calado, cuando lo correcto hubiera sido colocarlos en posición de combate en el mismo sitio y responder al fuego de la escuadra atacante con la ventaja del apoyo artillero del Morro y la Punta desde la altura. El resto de la flota en una decisión tan pobre como la anterior fue desaparejada y convertida en batería flotante.
Confió pues De Prado, en la defensa de las plazas fuertes de tierra, sobre todo en el Morro, poniendo a cargo de esta última a D. Luis de Velasco, comandante de uno de los navíos desaparejados.
Teniendo dominada prácticamente toda la mitad Este de la Bahía, salvo el Morro, y viéndose libre de acoso por mar, Pocock desembarcó hombres en la zona de la Punta con intención de aprovisionarse allí de agua y batir la ciudad.
No obstante y en una decisión bastante desacertada, Pocock envió una fuerza a batir igualmente el Morro, fortificación inútil una vez se domina la ciudad por cuanto este solo se ocupa de las labores de defensa de la bocana y queda desabastecido sin el apoyo de la urbe. Esta obstinación le habría costado al Almirante inglés un disgusto en otras circunstancias, pues sus decisiones en tanto que desacertadas quedaban ensombrecidas en esta ocasión por el desatino en la dirección aún mayor de la Junta que dirigía De Prado.

sábado, 10 de marzo de 2012

Retirada

Le he pedido a mi hermano que me escriba una noticia sobre la toma de La Habana por los ingleses en 1762, porque vi en el Museo Marítimo Nacional un cuadro sobre el tema que me llamó la atención.  Mientras, dejo aquí estos vídeos, el primero con el toque de retirada que las tropas españolas debieron de escuchar, y el segundo con una obra de Luigi Boccherini que desarrolló esa misma música.




viernes, 9 de marzo de 2012

Waterloo sunset




                                      Dos instantáneas tomadas el miércoles desde el puente de Waterloo.

sábado, 18 de febrero de 2012

Enrique Sierra


Un bonito vídeoclip de Radio Futura para recordar a Enrique Sierra.  El tema es de Caetano Veloso en versión del grupo.

Incluyo además un enlace a un texto suyo, donde cuenta la aventura del grupo en Nueva York, donde fueron a grabar uno de sus mejores discos, La canción de Juan Perro:

http://www.efeeme.com/recuperamos-un-texto-inedito-de-enrique-sierra-alrededor-de-la-cancion-de-juan-perro-de-radio-futura/

Versus


Los hombres de gris de Momo me aseguran que son varios años los que han pasado desde entonces.  Tendré que creerles.  Yo me acuerdo bien de la extrañeza que sentí aquella tarde, cuando aquel amigo me dijo que no sabía quién era la chica de la foto.  La chica, que veíamos en la portada de un vinilo, ropa colorida, pelo alborotado, gafas de sol redondas, era Janis Joplin. 

Hoy, que me siento valiente, me he puesto un disco suyo.  Mi amigo Pablo C. sabrá lo que quiero decir.  Yo aprendí con ella la lección difícil del rock psicodélico.  El caso es que entonces esa materia me gustaba;  hoy no iría a clase, directamente.  La energía de Cheap Thrills, por suerte, se canaliza en Kozmic Blues, el álbum que he escuchado, y la cosa mejora.  Joplin es una vocalista potente, con mucho feeling, y aquí su banda la acompaña bien, sin hacer virguerías.

Si vengo a contar cosas de Janis, ¿por qué la otra foto?  Tengo reciente lo último de Lady Gaga, y al ponerme a Joplin, me ha soprendido el contraste.  El sonido del de Joplin, por extraño que parezca, me ha resultado actual:  es original, es auténtico, y sigue vigente.  El disco de Gaga, por contra, me ha parecido un refrito.  ¿Dónde estaría esta chica, si no fuera por toda esa algarabía?  Tanto da:  dentro de unos años tampoco se acordarán de ella.