El sitio del Morro y la rendición.
En el calor de junio, Pocock perdía más hombres acondicionando el camino entre la Cabaña y el Morro que por los combates. Trescientos perdió en la labor de desbroce y acondicionamiento del área.
El 13 de junio las trincheras en la playa del risco de la Cabaña y en esta misma estaban abiertas y guarnecía a los hombres del General Keppel, designado por Pocock para acometer la tarea de sitio y asalto del Morro.
Se componía la tropa del Morro de 700 hombres entre tropa y marinería desembarcada (además de algunos gastadores negros) aproximadamente, con una dotación artillera de unos 70 cañones.
A su mando D. Luis Vicente de Velasco.
Velasco aguantaba el sitio marcialmente. Reforzaba los puntos débiles y reparaba los daños de la cañonería. Pidió en un momento dado permiso a la Junta de De Prado para hacer una salida, pues en su opinión si los ingleses continuaban cavando trincheras en paralelo del Morro lo iban a convertir en fosfatina desde abajo y desde arriba.
Para el 28 de junio, algunos navíos españoles desprevenidos todavía del inicio de las hostilidades se llegaron a la Habana y hubieron de vérselas con los ingleses a cara de perro. Abandonando sus navíos y habiéndolos barrenado sus tripulaciones pasaron a engrosar las filas de las guarniciones españolas.
Considerando la Junta este aumento de tropa, consintió al fin la salida que proponía Velasco para atacar las trincheras de la playa. 640 hombres en tres formaciones se lanzaron contra ellas, pero la Union Jack permaneció en su sitio. Desde la Cabaña y las trincheras 4000 granaderos rechazaron el ataque.
El 1 de julio Pocock batió con toda su potencia la plaza del Morro, pero este respondía al fuego en tal medida que dos navíos de tres puentes ingleses hubieron de ser retirados del combate en condiciones de práctico naufragio por el terrible fuego que se hacía desde la altura.
También las baterías flotantes se defendían bien y apoyaban en su labor a la Punta.
Keppel decidió acelerar el proceso y ordenó el avance de las líneas de trincheras. Sufrió en el proceso muy serias bajas por cuanto los cañones, morteros y todo el material debían ser transportados a tiro de fusil del Morro.
Considerando esto inaceptable, Velasco ordenó batir las trincheras paralelas y destrozó en poco tiempo el trabajo inglés de un mes.
No obstante para el 15 de julio Pocock había recibido refuerzos de Jamaica y ocupado la zona de San Lázaro, única zona que quedaba libre para batir el Morro. Aún con las reparaciones nocturnas el Morro y Velasco se venían abajo. El comandante sufrió una grave contusión en la espalda y fue retirado del servicio y sustituyéndolo F. de Medina.
Los ingleses decidieron entonces usar las minas contra la fortaleza abriendo dos desde las cuevas naturales de los riscos y la playa.
Medina decidió hacer una salida esta vez con una fuerza de 800 hombres tanto de tierra como de marina que en un asalto nocturno a la bayoneta entablaron combate con la vanguardia inglesa, habiendo de retroceder, tras perder a la mitad en el combate, por no haber ganado ningún terreno válido.
Velasco retomó el mando el día 24. Hubo de considerar en opinión de sus ingenieros que el trabajo de contramina era inútil desde el lado del fuerte y contar además con el desembarco de los refuerzos continentales de Burton el 29, que no se contaron finalmente como 4000 por haber tenido lance en el camino con navíos franceses y haber perdido 7 de los suyos propios con sus tripulaciones más 400 hombres de refuerzo. Se tiró de los pelos De Hevia pensando que podía haber sido su flota la autora del lance si la hubiera usado bien.
Velasco optó por informar, ante esta situación desesperada, a De Prado de las opciones, a saber: rendición, retirada ordenada o resistencia a ultranza. La Junta, en una demostración más de indecisión, optó por dejar obrar a Velasco según lo requirieran las circunstancias, lo que suponía condenar a Velasco, como hombre de honor que era, al sacrificio.
El día 30 de julio, tras haber repartido el rancho, la tropa española se disponía a una guardia medianamente tranquila por cuanto el calor de la hora no hacía presagiar un ataque.
A sabiendas de esta costumbre española, que incluso Velasco se encontraba practicando, los ingleses reventaron las minas y las casacas rojas asomaron por las brechas.
Los españoles se aprestaron a la defensa, pero habiendo perdido casi toda la guarnición del muro (que había volado con él) fueron cayendo uno a uno incluido Velasco, que fue herido de muerte en el pecho.
Cuarenta y cuatro días de combate de trincheras y 20.000 proyectiles de grueso calibre habían pesado sobre el Morro que acabó cayendo con un balance total de 1000 defensores caídos frente a 3000 sitiadores.
El Gobernador rindió la fortaleza y consiguió de Pocock que Velasco fuera trasladado para su curación a la Habana, algo que Pocock concedió de buen grado en consideración por la notable oposición que le había en tierra un marino como Velasco. Velasco murió al día siguiente 1 de agosto.
No obstante el resto de guarniciones, envalentonadas por el ejemplo del Morro, plantaron férrea oposición a los ingleses de suerte que un ataque combinado de artillería por tierra y mar de los españoles barrió la zona de la Cabaña dejándola impracticable y sembrada de muertos por un tiempo.
Aunque la determinación era importante, los medios reales para hacer frente a la fuerza enemiga distaban de poder hacer posible una oposición como la del Morro. Pocock instó a la rendición de la plaza el día 10 y De Prado muy pundonoroso contestó con nones.
No obstante bastó un bombardeo intenso de un día, para que la plaza enarbolara la bandera blanca y firmara la capitulación el 12 en tanto se daba tiempo a las reservas a salir de la ciudad para refugiarse y defender el interior de la isla, mientras que la milicia se encargaría de rendir las armas oficialmente.
De Prado y Hevia rendían la plaza. Los ingleses tomaban La Habana.
NOTA: El detalle del cuadro que introduce el artículo presenta las baterías inglesas desde La Cabaña sitiando el Castillo del Morro.
BIBLIOGRAFÍA.
Ministerio de Defensa. Historia de la Armada Española desde la unión de los Reinos de Castilla y Aragón. Instituto de Historia y Cultura. Tomo VII caps. 2 y 3. Consultado en: http://www.armada.mde.es/html/historiaarmada/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.