viernes, 25 de mayo de 2012

Moái & Cia.

Me pregunto si es posible mirar una de estas cosas (una estatua de la Isla de Pascua, o cualquier otro objeto del Museo Británico), no como pieza de museo, no como obra de arte.  Miro la estatua y algo me escama.  No debería estar aquí:  eso es.  Está fuera de lugar.  (Mientras miro, pasa por delante de mí una mujer hindú, vestida con una llamativa túnica roja.  Es una curiosidad ambulante, una pieza de museo que mira piezas de museo).  El culto de los hombres pájaro terminó, la estatua debería estar perdida en algún punto remoto de la isla.  Allí es donde tiene sentido.  Este museo es una versión ampliada de la caja en la que de niños guardábamos piedras del campo que nos parecían curiosas.









Todos estos (Ganesha, Visnú y demás) son ídolos penosos.  Yo no hablo de lo que tienen de rechazo de un dios verdadero.  Yo hablo de lo que tienen de sumisión imperdonable, de esclavitud.  Me importa un pito su valor cultural.  Por primera vez entiendo a los hombres de Cortés, tirando por los suelos los ídolos aztecas.  Lástima que esos mismos hombres impusieran su propio ídolo, un cristianismo castigador de Iglesia oficial.

Si alguna vez existe en el mundo una religión verdadera, dudo que quede ningún rastro de ella. Sus miembros se dedicarán a cosas útiles y no a hacer estatuas.

1 comentario:

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.