lunes, 28 de mayo de 2012

Intrusos en el techo del mundo


Intrusos en el techo del mundo, de Peter Hopkirk, es una historia de hombres y mujeres decididos que, unas veces por su cuenta, otras al servicio de países deseosos de ampliar conocimientos e influencia, entre 1865 y 1950 desafiaron prohibiciones para conocer la tierra remota, difícil y casi siempre hostil del Tíbet, y entrar en su misteriosa capital, Lhasa.  Intrusos... es un libro de historia lleno de aventuras, algunas desgraciadas, todas memorables, que habla de una forma de vivir que ya pasó.  Espías al servicio de Inglaterra trazando las distancias con sus pasos, misioneras buscando predicar donde nadie lo había hecho antes, expediciones militares modernas luchando contra ejércitos medievales, escaladores arrojados enfrentándose a nuevas cumbres, en definitiva mujeres y hombres inquietos y ambiciosos que fracasaron a menudo en sus desafíos.  No existe traducción castellana de este Trespassers on the Roof of the World. The Race for Lhasa, por desgracia, pero si alguno de vosotros quiere leerlo en inglés, puede usar el mío.

viernes, 25 de mayo de 2012

Moái & Cia.

Me pregunto si es posible mirar una de estas cosas (una estatua de la Isla de Pascua, o cualquier otro objeto del Museo Británico), no como pieza de museo, no como obra de arte.  Miro la estatua y algo me escama.  No debería estar aquí:  eso es.  Está fuera de lugar.  (Mientras miro, pasa por delante de mí una mujer hindú, vestida con una llamativa túnica roja.  Es una curiosidad ambulante, una pieza de museo que mira piezas de museo).  El culto de los hombres pájaro terminó, la estatua debería estar perdida en algún punto remoto de la isla.  Allí es donde tiene sentido.  Este museo es una versión ampliada de la caja en la que de niños guardábamos piedras del campo que nos parecían curiosas.









Todos estos (Ganesha, Visnú y demás) son ídolos penosos.  Yo no hablo de lo que tienen de rechazo de un dios verdadero.  Yo hablo de lo que tienen de sumisión imperdonable, de esclavitud.  Me importa un pito su valor cultural.  Por primera vez entiendo a los hombres de Cortés, tirando por los suelos los ídolos aztecas.  Lástima que esos mismos hombres impusieran su propio ídolo, un cristianismo castigador de Iglesia oficial.

Si alguna vez existe en el mundo una religión verdadera, dudo que quede ningún rastro de ella. Sus miembros se dedicarán a cosas útiles y no a hacer estatuas.

domingo, 6 de mayo de 2012

El siempre jubiloso Londres

Este es el mirador de la colina del parque Greenwich, donde están el famoso observatorio y la línea del tiempo.  Las obras en curso son para los Juegos, aquí se harán las pruebas de hípica.  Los edificios de corte clásico que se ven son, en primer término, la "casa de la reina" y el Museo Marítimo, y detrás con las torres, el Old Royal Naval College, donde hay una universidad.  Cruzando el río está la zona de negocios de Canary Wharf.  Si ampliáis la foto veréis hacia la izquierda los palos del barco de vela Cutty Sark, que se quemó hace unos años y volvió a abrir hace poco.  El centro de Londres queda también a la izquierda, a lo lejos, ya fuera de la foto.



¡Eh!  ¡Espera!  ¡No te vayas!  ¡Un momento!  Nada, no.  Estuve un buen rato paseando por el parque de Greenwich.  Quizás por ser la mañana de un viernes, salvo en la zona del observatorio, llena de turistas, no había tanta gente.  Había dos helicópteros que no dejaban de sobrevolar la zona, eso sí.  Miré hacia el río y vi un portaaviones ligero avanzar por el Támesis aguas arriba, todo un espectáculo.  Igual que los robles centenarios.  Llegué luego a un jardín de flores lleno de atrevidas ardillas.  Tanto, que una de ellas se me encaramó a la pierna, pero viendo que no tenía comida, se llevó una garra ofendida al corazón, y se marchó al trote.










Esta es la sala "dedicada" a los españoles en el Museo Marítimo.  En una expositor hay una carabela, una cruz con un Cristo clavada en la arena junto a unas espadas, un morrión, una calavera y un chorretón de sangre.  En esta vitrina una pila de oro representa la "visión" hispana de América.  Uno de los textos lee así :  "La exploración española de América del Sur estuvo motivada casi en exclusiva por la busca de oro."  Sigue con Pizarro y la devaluación de la moneda, y olvida la aventura de Cortés, las dudas de Carlos V sobre lo que se había hecho, las razones de Francisco de Vitoria,... en fin.  Estos tíos nunca cambiarán.




Cogí el Metro, el Tube londinense, cosa que no había hecho y que me hizo ilusión, y me planté en Abbey Road.  Que digan lo que quieran los profanos, para un fan de los Beatles como yo, esto es una experiencia.  Y no era el único allí, ni mucho menos.  Los conductores aguantan con paciencia (o no) a todos aquellos que se acercan a imitar a los cuatro de Liverpool cruzando la calle.  La otra atracción es el estudio de grabación, al que no se puede acceder libremente, y que tiene sus muros llenos de pintadas, todas del último año, por cierto.  Repintan a menudo pero da igual, siempre habrá una pareja como la de la foto dispuesta a escribir su nombre, o el título de una canción, o una dedicatoria:  "All you need is love", "Ringo", "Let it be", "Thank you, guys!", "Come together", "Imagine" (da igual que esta canción sea de Lennon en solitario) y un largo etcétera.  Y yo... no, yo no escribí nada, aunque lo pensé.










Esta foto salió de casualidad.  Intentaba sacar la calle de Oxford, llena de gente, con sus tiendas, con sus banderitas, cuando la chica se puso delante.  Me di un buen paseo por Londres, es una ciudad que no se acaba.  De Abbey Road, pasando por Baker Street, donde un actor vestido de bobby guardaba la entrada a la casa de Sherlock Holmes, a Hyde Park, donde apenas me detuve, hasta la populosa Oxford Street y el Soho, horas de camino.  De la foto decir que las banderas están con motivo del sesenta aniversario de la subida al trono de la reina Isabel II. 















Impresionante vista del interior del Museo Británico.  La cúpula y el edificio central, diseñados por el equipo de Norman Foster, han redefinido el patio de acceso a las salas.  Es también la plaza pública cubierta más grande de Europa.  En un banco me senté a descansar, luego empecé la visita.  En el patio tienen el pie de una columna de un palacio de Persépolis, una estela con un rey de Babilonia, dos tótems de los indios del noroeste americano..., es espectacular.  Productos también, en ocasiones, de un expolio cultural que ellos, que nos critican, parecen no plantearse.  Tuve tiempo de ver un par de salas nada más, quedaba poco tiempo para el cierre.  Este museo promete horas de visita.  La próxima vez que me acerque a Londres volveré, casi, casi seguro.