Yang Dao de China, Beth de Estados Unidos, Jane de Hong Kong, Vincent de Suevia, Pille de Estonia, en la línea de salida. Tuvimos suerte, porque después de varios días de lluvia, la mañana despejó.
En camino, aún cerca de la universidad, hubo que hacer un alto, y no fue el único, porque la bici de una de las chicas era poco versátil y se quedaba atrás en las cuestas. La que a mí me dejaron tenía marchas mil y el sillín alto.
Una media hora después, hecha la mitad del recorrido.
El puerto de Whitstable. A los barcos se accede mediante escaleras. Curioso, ¿no?
Junto al mar del Norte comiendo un grasiento fish and chips. Este bacalao era pariente lejano del bacalao español (me refiero, claro, a la forma de prepararlo, desde salazón. No es casualidad que la pescadería del puerto no oliera mucho a pescado). No me pude terminar las patatas. Como decía la canción, pescado con patatas aquí son fish and chips, prefiero una tortilla con un vino del país. Tomé también un poco de queso, de una cuñita que compré en el pueblo. Era queso de cabra, que el vendedor, que parecía salido de un comercio de los años treinta, me comparó con el manchego. Estaba bien.
En la calle principal del pueblo. Le pedí a Beth que posara para poder sacar al del cochecito. Qué no hubiera dado Pepe Isbert por uno así. Se ven bastante por aquí estos ingenios. Poco después cogimos las bicis para regresar. Llovió un poco al principio, pero luego tuvimos buen camino.