Hay un cuento breve de Cortázar que se llama Casa tomada. Si lo conoces, recordarás cómo dos personas que están en su casa sienten una presencia, algo que les obliga a ir dejando la casa habitación tras habitación hasta que, finalmente, tienen que abandonarla, sin haber visto quién o qué la está ocupando.
Estaba cenando en la cocina cuando llamaron a la puerta la alemana y la japonesa. En eso llegaron mis compañeros de piso, los alemanes, y al poco otra alemana más, y otra. Y yo de vuelta en la cocina, con mi plato de tallarines con tomate y queso, y mi vaso de bebida, veía cómo iban llegando y cómo el sitio se quedaba pequeño. Y mientras terminaba de cenar, allí estaban ellos tomando su cerveza y comiendo sus patatas, conversando un poco conmigo, mientras yo me sentía como un extraño, como un intruso en mi propia casa.
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